¿PODÉS HACER LO QUE TE DIGO MARTITA?

Marta está divorciada, tiene hijos de 2 y 5 años, problemas con el padre de ellos, con la economía de casa, cumplir con el trabajo y una pésima relación con su madre, que no la ayudaba en nada, por el contrario, la llamaba por teléfono y se la pasaba lamentándose y criticándola.

La ayudé a ver, desde otro punto de vista, que fue capaz de resolver todas estas situaciones y que su voluntad y fortaleza eran inmensas, que su angustia era real, que su intención de arreglar la relación con su madre era genuina, y que tenía todo lo necesario para lograrlo.

Le pregunté si alguna vez le había dicho a su madre “Gracias”. Si le habló alguna vez de lo importante que era para ella y lo agradecida que estaba por haberla traído al mundo.

Se puso a llorar y siguió contando historias… ¿Te das cuenta? Siempre lo mismo y ¡Cuanto más vieja se pone, Peor!

Hablamos acerca de cómo romper el hábito para poder construir otro modelo de comunicación. Su respuesta fue: “¿Y cómo cuernos hago para cambiar a mi vieja, me querés decir?”

Aceptó que la única que podía modificar actitudes, al menos por ahora era ella y en unos diez minutos armamos un plan para la semana.

El objetivo era hacer sentir bien a la madre y para eso tenía prohibido reclamar y protestar. Durante una semana debía escuchar lo que su madre decía sin juzgar ni reaccionar, responder amablemente y sobre todo utilizar la palabra mágica: “Gracias”, que ya iba a percibir los resultados. Sólo una semana.

Al otro día debía llamar a la madre anticipando el llamado de ella, y pedirle ayuda con una receta de cocina porque recibía invitados y lograr que la madre se ofreciera a ir a su casa y ayudarla, aunque le dijera, “Mejor voy yo. V vos no vas a poder y vas a quedar como…”

Por primera vez en años compartieron la cocina durante dos horas, no se pelearon porque Marta mantuvo la postura de escuchar, preguntar y agradecer.

Una semana después, fueron muchos los cambios que ella misma pudo detectar. Su relato era esperanzado, no hubo angustia, su llanto la relajaba. Su voz cambio, su sonrisa asomó espontánea, no forzada. Y festejó sus logros.

Estaba reinventando su conflicto más doloroso, y conducía el proceso. Construyó una relación, mutuamente nutritiva de la que también se beneficiaron los chicos. Un par de meses después, la abuela, no sin que los chicos hincharan lo suficiente, les compró un chocolate a cada uno, y les dijo: “Cuando se lo terminen se van a lavar los dientes, ¿me escucharon?”

Todo cambió, porque la relación cambió. Y todo alrededor también cambió.2

RELATOS Y TESTIMONIOS

Los testimonios son reales, los nombres son ficticios para resguardar la confidencialidad. El texto es ligeramente modificado con la aprobación de la persona involucrada para que no pueda ser identificado por hechos o problemas relatados.

HAGO es una técnica que se nutre de la esencia de muchas fuentes de cultura, sabiduría y ciencia, y la comprobación empírica de resultados. 

No utiliza medicación ni reemplaza ningún tratamiento médico. Las mejoras son claramente observables y no existen contraindicaciones. 

En afecciones neuronales y casos psiquiátricos graves, es exclusivamente complementario y supervisado por el equipo médico interdisciplinario.